Estado inicial de la obra

Estado inicial de la obra

LA FORRACIÓN O REENTELADO

La forración es un procedimiento técnico en restauración que consiste en adherir un forro al soporte textil original. También llamada reentelado, ha sido una técnica muy empleada. Ya en tiempos del Alcázar de los Austrias se conoce al gremio de forradores en palacio. Precursores del actual profesional de la restauración de pintura sobre lienzo, eran los forradores. Eran los encargados de reparar las obras de las colecciones perjudicadas por traslados accidentados, entre otras causas. En algunos casos pintores de cámara pasaron previamente por esta experiencia.

Y esta  técnica persiste y es así porque el procedimiento resuelve en su ejecución varios problemas. Problemas derivados de la alteración grave del soporte y su función primordial. Y principalmente con esta técnica se consigue la eliminación de vicios y deformación del tejido, la consolidación mecánica del soporte en general y la fijación de la preparación y capa pictórica.

LA OBRA. ICONOGRAFÍA

La pintura representa a San Juan Nepomuceno, y es un óleo sobre lienzo del siglo XVIII (círculo de Maella, medidas 136×98). Al lienzo se le conoce de siempre en su ubicación actual en la Iglesia de San Pablo, en Zaragoza. Su estado de conservación anterior a esta intervención no permite apreciar su buena factura.  Pero es atribuible en mi opinión al círculo de Maella, hasta que se pueda realizar un estudio y valoración. Este pintor, aunque de origen valenciano  (Valencia 1736-Madrid 1819), enlaza  con el círculo artístico aragonés de la época por sus relaciones con los Bayeu, los González Velázquez y sobre todo con Goya, con quien compartió plaza de Pintor de Cámara del Rey Carlos IV.

En cuanto a la obra, se puede datar hacia finales del siglo XVIII, con un estilo muy afín a los artistas de la época, así como el cromatismo, de colores brillantes como son los azules y amarillos. Los atributos iconográficos se distribuyen con gracia en la composición y de una manera narrativa sin barroquismo excesivo, llevando la atención al centro del cuadro, donde el santo representado levita sobre una cama de nubes rodeado de ángeles y querubines que le coronan y ensalzan en un rompimiento celeste de luz. En la zona inferior elementos relacionados con la historia de su martirio y posterior elevación a los altares, como son la referencia al puente y río donde fue ahogado, y  a la lengua resucitada del milagro del santo.

Vista sesgada de la obra descolgada previa a la forración

Vista sesgada de la obra descolgada previa a la forración

ESTADO DE CONSERVACIÓN

El cuadro , óleo sobre lienzo, siglo XVIII (136×98 cmts), se encontraba en el retablo de San Juan Nepomuceno (vulgo), situado en el lateral izquierdo de la girola. Dicho retablo, apoyado e inclinado sobre el muro, no tenia acceso posible a su parte posterior, por lo que el mismo cuadro era inaccesible, tanto para un examen más exhaustivo como para su extracción. Hubo de extraerse desde la cara delantera y anterior del cuadro para poder sacarlo del retablo que hacía de marco.

Reverso del lienzo original previo a la forración

Reverso del lienzo original previo a la forración

Examen organoléptico

Así se pudo examinar con detalle su parte posterior, si bien ya se percibían los principales daños que sufría desde la cara delantera al presentar rotos, sietes, desgarros y claras deformaciones. En la parte posterior aparecen gran cantidad de depósitos y suciedad en forma de goterones de pintura, acumulación de polvo y aprestos, excrescencias, etc. El bastidor fijo, sin sistema de cuñas y de escaso ancho, resultaba ineficaz para la función de tensar el lienzo. La tela, distendida y descolgada, había adquirido vicios y deformaciones a lo largo del tiempo resultando rígida y poco maleable.

La pintura, afectada por toda esta problemática del soporte, con arrases y escorrentías, sufría además alteraciones por intervenciones antiguas, pátinas, repintes, y por otras incidencias indirectas, excrementos de mosca, barnices oxidados, quemaduras de velas, etc, todo ello afectando a la superficie de la pintura de forma generalizada.

Lagunas y faltas de pintura que alcanzaban hasta el mismo tejido y, en muchos casos, estas faltas repintadas sobre el soporte directamente, y así mismo barridos y desgastes  en forma de  escorrentías verticales, sobre todo a partir de  la mitad inferior.

Por último, el estrato más externo presentaba una apariencia de pátinas y barnices  muy amarilleados y oxidados, con aplicación irregular de estos que presentaba goterones y concentraciones aplicadas de manera irregular por toda la superficie del cuadro.

Proceso de empapelado para la protección de la capa pictórica

Proceso de empapelado para la protección de la capa pictórica

TRATAMIENTOS REALIZADOS

Tras el estudio y documentación fotográfica previa de la obra, se procedió a una primera limpieza mecánica y la subsiguiente protección de la capa pictórica. Tras retirar el bastidor se realizó el preceptivo empapelado de protección y se eliminaron  dos parches con sus respectivos adhesivos. Se colocaron pesos donde había que reforzar la acción de deshacer deformaciones y vicios de la tela previamente a la forración que resuelve definitivamente este problema.

Forración

La forración o reentelado de pinturas sobre tela es un tratamiento tradicional que ya se realizaba en la colecciones regias. Todos estos procedimientos previos al entelado del lienzo original, son necesarios para una buena adaptación entre este y su forro. El cual también hay que preparar con un exhaustivo “desbravado” de la tela nueva; la finalidad de esto es que la nueva tela pierda fuerza y no tenga movimientos de contracción y dilatación en el futuro que pueda afectar a la obra tras su restauración.

Proceso de forración en telar español

Proceso de forración en telar español

Materiales

El tejido que se utilizó fue lino belga de tafetán, con hilatura de 15 pasos de urdimbre por centímetro cuadrado de trama. Es el que mejor se adaptaba y ser lo suficientemente tupida para retener el adhesivo. Y para la forración se utilizó un telar español.

Tras el secado de la obra reentelada se procedió a colocar, después de retirar el empapelado de protección, el nuevo bastidor.  Con sistema de cuñas, algo esencial para el estirado y control de tensiones de la obra en el futuro.

Se preparó la infraestructura necesaria para la forración del cuadro, desbravando la tela nueva en el telar manual. Este, por lo demás, se realizó de la manera tradicional, utilizando como forro tela de lino belga de 15 pasos de hilatura por centímetro cuadrado. Como adhesivo la gacha de harina tradicional y específica para este uso.

Proceso de limpieza de la capa pictórica

Proceso de limpieza de la capa pictórica

Limpieza de la capa pictórica

Se realizaron catas de limpieza, siendo la mezcla la más adecuada para todos los casos, 3A 1:1:1. Tanto por la retención como la evaporación y tiempo de trabajo que permitían los componentes se limpiaba sin excesos neutralizando con esencia de trementina. Actuando muy homogéneamente por toda la superficie del cuadro sin producir pasmados que distrajesen del proceso de limpieza.

Aparecian repintes de diversas clases, patinados con el barniz directamente. Y con retoque del dibujo, tapando burdamente lagunas de policromía directamente sobre el tejido. Estos eliminaron con ayuda del disolvente elegido y mecánicamente a punta de bisturí  en la medida de lo posible.

Proceso de reintegración cromática

Proceso de reintegración cromática

 

Reintegración matérica y cromática. Protección final

Se estucaron las faltas más significativas y por supuesto todas las de la parte inferior, muy numerosas. Posteriormente se reintegraron las lagunas de color con acuarela, punteando y regatinando según las dimensiones de estas, y afinando finalmente con veladura. Por último se barnizó con barniz  final con brocha y dos aplicaciones con aerosol para matizar.

Intervinieron y colaboraron en el proceso y tratamiento Elena Naval Castro (forración y limpieza), Paula Alexaindre (fotografias)

Para saber más:

Reintegración cromática