Vintage es el término con lo que empezamos a denominar a todo objeto que nos retrotrae al estilo de los años veinte del siglo XX. Porque en los años veinte del siglo XX la modernidad empezó a etiquetar estéticamente. Y con ello surgieron los “ismos” y muchos de los estilos habidos y por haber. Más tarde el término vintage se ha hecho extensible a los objetos parados en el tiempo frente al correr del tiempo actual. Quizás algunas décadas han sido suficientes para hacerlos obsoletos, “anticuados”, pero guardan una estética propia que no han perdido. Así se convierten en “objetos vintage”.
Y, por ello, muchas aldeas y pueblos pequeños en proceso de despoblación se han convertido en auténticos museos de lo vintage. Han ido quedando en las casas rurales la huella de la historia material. Aquello que la revolución industrial no ha evolucionado, o más bien no ha torcido hacia una praxis acelerada, de producción en serie.
Y es que lo vintage, porque sea anticuado, no tiene porque ser algo retrasado y obsoleto. Al contrario, precisamente porque sigue ahí, es más duradero, esta mejor confeccionado para perdurar. Y, por lo mismo, puede volver, y para quedarse. Y no solo como moda temporal. Pensemos en los discos de vinilo, referentes de una manera de escuchar música más autentica y con mayor fidelidad de entre las nuevas técnicas posteriores, casete, cd, etc.
Descubriendo lo rústico
El equivalente de vintage, en el mundo rural, es lo rústico, objetos cuya manufactura no se ha mecanizado, no hasta el punto de la fabricación en serie. Normalmente son producto del artesano y del trabajo gremial de antiguos oficios. En su producción no se salta un paso o proceso que pueda perjudicar su buen uso y funcionamiento, y su durabilidad. Dos conceptos que en la mecanización del trabajo han perdido valor por mor del precio de venta final.
Es por su buena hechura que los objetos rústicos, perduran y son difíciles de tirar o desechar. Con sus limitaciones prácticas siguen funcionando, y son una curiosidad por su menor número y exclusividad frente a los objetos fabricados en serie. Por el contrario, estos últimos han sido, y son desgraciadamente, carne de vertedero, añadiendo a su poca efectividad su carácter contaminante.
Es por esto que el reciclaje y reaprovechamiento de los recursos están entre los objetivos de desarrollo sostenible para una mejora de las condiciones de vida. Algo que busca el reequilibrio del ser humano con su medio natural. Y algo que el mundo rural, con su rusticidad, no ha dejado de buscar y de intentar conservar para bien de su propia existencia.
Pueblos Vivos
Y hablando del equilibrio del ser humano con lo natural, la despoblación es un factor muy negativo a este fin. Las consecuencias son perjudiciales para ambas partes, pues ambas están muy unidas. El medio rural y su entorno natural se retroalimentan en una perfecta simbiosis. Y no solo en lo económico, ganadería y agricultura, también en lo cultural. El ser humano en su devenir ha mirado y observado la naturaleza, replicando algunas de sus soluciones de manera armoniosa.
Pero este equilibrio y armonía se perdieron cuando el colectivo humano se dio a la sobreexplotación de los recursos, cantidad, sin contra pesar el aspecto cultural, calidad, en la satisfacción de sus necesidades. Este inicial desequilibrio entre el colectivo humano y el medio natural que habita, medioambiente, lo hizo así extensible a su propio hábitat. Consecuencia es el desequilibrio demográfico del medio rural y el medio urbano.
Concluyendo
Toca ahora, según los objetivos de desarrollo sostenibles (O.D.S.), ruralizar las urbes, racionalizando el gasto y consumo, descentralizando y diversificando la producción. Concretando y resumiendo, cambiando el criterio económico por el sostenible.
“En la gran era de la urbanización hemos aislado cada vez más a la raza humana del resto del mundo natural en la creencia de que podríamos conquistar, colonizar y utilizar la rica generosidad del planeta para garantizar nuestra completa autonomía sin consecuencias funestas para nosotros y para las generaciones futuras. En la próxima fase de la historia humana tendremos que encontrar un modo de reintegrarnos en el resto de la Tierra viviente si pretendemos preservar nuestra especie y conservar el planeta para las demás criaturas.” (Rifkin, 2007)
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