Receta que aprendí de mi madre
El trampantojo “Gazpacho” surgió por necesidad, por evocación estacional. Algo tan relacionado con el verano, fresco y refrescante, pidió paso como tema para ser pintado en esta contraventana. La sencillez de la propuesta se corresponde con la sencillez de la receta, y por esto he querido que esta entrada sobre el trampantojo “Gazpacho” sea muy visual.
La espontaneidad con la que surgió el tema me retrotrae a los bisontes y piezas de caza en las pinturas rupestres. Se trata de poner el foco en algo que te llama mucho. Lo observas, lo estudias, con una concentración parecida al felino que acecha a su pieza. En este caso la pieza es tan nutritiva y sana que aparece llena de luz y color, porque los ingredientes así lo exigen y la estación estival también.
En esta obra hay un punto de ingenuidad a propósito. Y aprovecho para hacer mía una frase que mi hermana cosió en un punto de cruz, con su permiso; “Esta labor te enseña lo que aprendí de pequeña”. Por supuesto que también tiene que ver con el entusiasmo del autor por esta receta, algunos lo llaman inspiración. Receta a la manera de hacer de la madre, y aprendida con suma facilidad por no intervenir ni fuegos ni tiempos. Una forma divertida y fresca de ingerir hortalizas y vitaminas en un caluroso verano.
Y hay una gran variedad de maneras de preparar esta receta. Tantas como formas de pintarlo y representarlo. Yo he elegido una composición sencilla y sugerente a la vez. Los ingredientes de “mi gazpacho”, junto a los utensilios necesarios para ejecutarlo, se asoman tras una cortina de una tela de cuadros muy utilizada de mantelería en las mesas para comer. Faltan los hielos, pero no es un ingrediente obligado.
Desarrollo, composición, diseño, boceto, realización y pintura del trampantojo
Fotografías de las pinturas finales del trampantojo por José Garrido Lapeña
Precioso y evocador.
No hace falta describir la receta, solo abriendo la puerta de la alacena los ingredientes por si solos se mezclaran de manera intuitiva.
Gracias Santiago
Es siempre un placer